20.7.07

Musiquitas y certezas

Mi visita al Summercase de este año me ha proporcionado varias cosas:

1.- Satisfacción, porque me lo he pasado muy bien.

2.- Cansancio, porque me lo he pasado muy bien y una ya no está para estos trotes cochineros sin coger previamente un poco de forma. Pero pasarse la vida delante del ordenador, llegando incluso a comer delante de él (como me ha pasado los últimos cinco días en el trabajo)no es el mejor camino, obviamente.

3.- Y varias certezas, que son:

a.- Que volveré el próximo año.

b.- Que las compañías de teléfonos móviles ganan mucha pasta con estos eventos. Creo que mandé unos 30 mensajes y recibí otros tantos.

c. Que a veces salgo muy guapa en las fotos.

d.- Que da gusto ir con amigos, pero que da gusto mandarlos a la mierda cuando no quieren meterse entre el mogollón.

e.- Que quiero a mis amigos, pero que desde aquí, desde aquí os digo que el año que viene si queréis ver fotos, os lleváis la cámara, hijos de puta! Por cierto, ahí están las fotos para quien quiera cotillearlas.

http://www.flickr.com/photos/70531848@N00/

f.- Que dos tetas tiran más que dos carretas. Los refranes siguen teniendo vigencia. A Risingson, a Carlitos, a Churchill, mi Churchill, ese que me recomienda La Casa azul, el que me llama y me dice piropos, el que me manda mensajes de móvil con cosas como ésta: "Y otra vez estoy andando solo por las Canteras y de lo primero que me acuerdo es de ti." A Churchill se le ocurrió colgar ésta foto que me hizo el viernes en el Summercase y el resultado se ve al lado de la foto, mirando el número de visitas y luego comparando con las que tienen las demás fotos. ¡Con la de porno que hay en internet y todavía hay gente mirando escotes!

En unas horas me voy a Benicàssim, al F.I.B. Voy a botar, a cantar, a chillar y a dejarme allí muchos malos rollos que he alimentado esta semana que no quiero vivir nunca más. Volveré con más cansancio, con nuevas fotos que subir, con una muesca más en mi contador de conciertos de Rufus Wainwright (y van seis), con satisfacción y puede que más certezas. Pero esta vez me tapo el escote. ¿Qué van a pensar de mi?

13.7.07

Cuesta abajo

Así es como voy a ir a partir de hoy mismo. Cuesta abajo en mi rodada, como dice el tango.

Cuando era pequeña y tenía que estudiar, me escaqueaba y lo dejaba todo para el final. Cuando tenía que recoger mi habitación esperaba a que mi madre me aullara en la oreja buscando un poco de orden en ese caos de papelotes, libros y rotuladores. Cuando había que fregar, comía un poco más lento de lo que ya hacía habitualmente (y hago), esperando a que llegara ese ataque de impaciencia que tienen mi madre y mi hermana, verdaderas paladines del MAS (no Artur, aunque me ponga), el Movimiento Anti Sobremesa.

Huelga decir que me avergonzaba, claro. Me sentía culpable, porque además en el caso de la habitación, sabía que esperar sólo me conducía a la bronca final, a la desesperación de mi madre, que miraba la habitación y me decía, fuera de sí: “¡Si es que eres una cerda de once tetas!” Ignoro por qué las cerdas de once tetas (yo sólo tengo dos, aunque hermosas, no voy en plan puta de “Desafío total”) son más guarras que las que tienen menos tetas, a ver si se lo pregunto a mi madre.

Cuando llegaba el chaparrón, y mientras trataba de poner orden en la habitación, me sentía fatal. Frustrada, con sentimiento de culpa y pensando que no valía para nada. Pero entonces veía a mi hermana, que es dispuesta, que se levantaba y fregaba, que barría, que estudiaba cuando le tocaba, que no salía por ahí… Y veía a mi hermano y a mi cuñada, que igual ya estaban casados, que habían ascendido en su trabajo gracias a su esfuerzo y que eran gente responsable. Entonces sonreía y pensaba que la clave de todo era la edad. Me decía: “Cuando seas mayor serás así, porque toda la gente mayor friega, y trabaja y recoge, y come verdura y pescado”

Lo he pensado hasta hace muy poco, cuando el DNI me decía muy seriamente que ya era mayor. Y entonces me he dado cuenta de que eso no va a llegar por sí solo. Tengo casi 35 años y sigo sin ser ordenada, sigo sin estudiar, sigo sin querer fregar, sigo comiendo poca verdura y pescado, tardo meses en ordenar y cuando me decido hago lo mismo que hacía con 14 años, mover las cosas de sitio. Por el contrario, mis hermanos y mi cuñada siguen siendo igual. Son dispuestos, responsables y hacen lo que deben hacer.

Por eso voy cuesta abajo. Porque no soy responsable y tengo entradas para el Summercase y el F.I.B, que suponen dos semanas de ajetreo continuo agotadoras para un veinteañero, pero más para una mid-treintañera que no está en forma. Voy cuesta abajo porque llevo semanas con el sueño bajo mínimos. Voy cuesta abajo porque no tengo alojamiento en Benicàssim y tendré que dormir en tienda de campaña. Voy cuesta abajo porque no tengo vacaciones y me dedico a cansarme en vez de a descansar. Y voy cuesta abajo porque debería llevar horas durmiendo y estoy aquí escribiendo.

Pero aunque parezca mentira, hay alguna cosa buena en ir cuesta abajo: que te va dando el viento fresco, que se llega rápido al final y que del suelo no se pasa.