6.6.07

De 9 a 5



Como Dolly Parton. Bueno, no exactamente así, aunque compartamos perímetro torácico y la sensación de que el trabajo es un engañabobos, pero casi. Mi primera semana en el nuevo trabajo ha sido como regresar a una vida que sabías que existía, pero que parecía que sólo existía para otros. Seguro que también hay cosas malas, claro, como perder esas horas de silencio que van desde la medianoche hasta entrada la madrugada, o el privilegio de ir sentada en el metro.

Lo del metro es otra historia, pero dejaré que pasen los días a ver si me voy acostumbrando a esa hora y media que tardo en ir de mi casa al trabajo. O a ver si empiezo a tardar un poco menos, porque es increíble lo lento que puede llegar a ir un convoy de metro. De alguna manera, no sé cómo, he hecho para convencerme a mí misma de que no es tan malo darme estos madrugones, de que voy a leer más y de que así dormiré más horas. De momento, llevo los madrugones más o menos bien, leo lo mismo que antes porque no sé leer de pie y además hoy me he quedado tan profundamente dormida apoyada en el extintor del vagón, que hasta creo que me ha dado tiempo a soñar. Eso sí, ahora pillo otra vez los periódicos gratuitos (único privilegio de los madrugadores) y me da tiempo a escuchar mucha música.

Gracias a eso he podido meterme de lleno en el disco de Rufus Wainwright, que ya me sé al dedillo, y que este fin de semana pienso disfrutar en esa De luxe edition que llegó a mi casa cortesía de Play.com, a unos admisibles 23 euros no comparables a los 41 con que me amenazó la FNAC. Claro que cuando los de la FNAC me avisen para decirme que ya ha llegado me encantará darles la respuesta: “Bueno, verás, es que desde el 16 de mayo que lo encargué, resulta que me ha llegado uno casi a la mitad del precio que me disteis.” Clic. El clic es cuando les cuelgo, y obviamente lo pongo aquí como recurso dramático (como la pobre redactora de los informativos de Antena 3, que a cualquier cosa llamamos manipulación, por favor!), porque yo soy una señora educada que no cuelga el teléfono a la gente. También he machacado el “Time being” de Ron Sexsmith, un tipo que me recomendó Javi, un brevísimo ex compañero de trabajo que era muy majo y con buen gusto musical, porque es el segundo CD de Sexsmith que me hechiza. El disco tiene canciones estupendas, pero sólo ha hecho vídeo de All in good time. No es mi favorita (Snow angel, I think we´re lost o Ship of fools tienen el privilegio), pero no está mal. Es ésta:



¿Qué más me queda? Ah sí, lo de dormir. No, no estoy durmiendo más, pero por alguna razón me levanto de mejor humor y al fin estoy consiguiendo tardar menos de una hora en salir de casa desde que suena el despertador. Igual es porque es casi verano, igual porque cuesta madrugar pero da mucho gusto salir pronto. Es una de las cosas que siempre he odiado de trabajar en televisión, esos horarios absurdos que te hacen entrar a las 10 o las 11 de la mañana y que lo único que hacen es que pierdas todo el día en el trabajo y se pasen los días con la sensación de que tu vida no te pertenece. ¿En ocasiones tienen una razón de ser? Sí, pero no siempre, y menos en determinados puestos.

He agradecido volver a la tensión del programa diario en directo. Para alguien como yo, que se distrae con facilidad y que es tendente a pensarlo todo demasiado, la presión de tener una hora de entrega hace que todas las dudas se disipen, porque no hay tiempo para dudar. Tampoco hay tiempo para pensar en hacer cosas más elaboradas, pero claro, todo no se puede tener. Bueno sí, pero en este país las cosas no funcionan así. Así que ahí estoy, pasando las mañanas con el culo pegado en la silla y tecleando sin parar. Y me gusta, porque me siento más viva, y porque veo cómo van cayendo páginas y no hay esperas. Porque yo soy así, y necesito la obligación para ponerme en marcha, y de paso siento que no me pagan por esperar, y no me siento culpable por no hacer cosas que podría haber hecho pero que no sé cómo hacer y por decepcionar a quien no quiero que se decepcione conmigo.

Las mañanas pasan volando cuando apenas puedes moverte para ir a mear porque no te contienes y al levantarte tienes que apoyarte porque estás mareada de ir con la cabeza del teclado a la pantalla y de la pantalla a las fichas de los redactores. Cuando los ojos sólo ven dedos golpeando teclas y por mis orejas van pasando canciones para aislarme del jaleo de la redacción, porque no sé si lo he dicho, pero me distraigo con nada. Y llega la tarde, y entregas el guión, y el programa empieza y la maquinaria se ha puesto en marcha un día más.

Entonces son sólo las seis de la tarde y te vas, y luce el sol, y hay airecito, y sabes que tienes la tarde por delante. No me dí cuenta hasta el viernes, porque los primeros días son de observación, pero cuando ocurrió sentí la necesidad de contarle a todo el mundo lo feliz que me sentía de volver a ser “normal” y acabar pronto un viernes. Llamé a compañeros, llamé a mi hermana (que tenía incluso mejor plan que yo, tenía los pies metidos en el mar mediterráneo), llamé a amigos, y llamé al Paseante, que como es un señor catalán adscrito a los tópicos, es muy rata y no se compra un teléfono nuevo, a pesar de que el que tiene no le funcione con propiedad. Les conté que iba al metro, camino del centro, para ir a un concierto o al cine. Al final pudo más la idea del cine, porque últimamente voy muy poco y porque de vez en cuando me acuerdo de la felicidad inmensa que me han proporcionado esas tardes de cine en solitario. Zodiac fue la elegida. ¡Qué gran elección! Hace tiempo que dejé de tratar de escribir algo parecido a críticas de cine, porque no se me da bien, pero si digo que no me dormí en las más de dos horas y media que dura la película, los que me conozcan sabrán que eso es muy bueno para una película.
El fin de semana fue provechoso. Comí con mis padres, visité la feria del libro, participé en una flash mob (usen google, que ya es muy tarde) haciendo pompas de jabón,

ví una exposición de fotos y estuve de cañitas con Juan y otros amigos, que me tratan bien y me dejan coger a sus hijas. También ví “perdidos”, jugué con Salsa, vagueé y entré en algunos blogs, de amigos y de políticos. Me quedé en casa para evitar compras innecesarias de primer domingo de mes, y pensé una vez más que tengo que adelgazar, que a veces me asusta quedarme sola, y que tengo que hacer un montón de cosas que se me olvida siempre hacer.

Y además me sentí normal.

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Majaaaaaaaaa!!! Las fotos en JPG!!!!!

Lo de madrugar tiene su punto, si. A mi sigue sin hacerme gracia, porque suele conllevar apurones, pero es una pena ver como se ha ido el dia. Ademas, cargar con ojeras siempre es un plus. Nunca entendi a los del periodico, que eran capaces de levantarse a las 2 de la tarde...

Me alegro de que te adaptes, por cierto ;)

Anónimo dijo...

¿Ves? Te lo dije. Te dije que ibas a disfrutar de la vida normal, de las prisas de un programa diario, del ritmo frenético que eso supone pero que, cuando pasan los créditos finales, te puedes ir a tu casa tan tranquila... Entiendo tus agobios de desplazamiento hacia el trabajo (¿¿¿hora y media???), pero bueno, que todo sea eso... Te repito, una vez más, que me das mucha envidia, querida mía. Me alegro mucho que estés encontrando tu sitio en el "Jaime's world", yo también lo encontraría... (¿en sus ojos?, ¿en su boca?, ¿en su pecho? no lo sé...). Grandes besos para mi mujer.

Ismael Alonso dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ismael Alonso dijo...

Las ediciones de bolsilo se inventaron para los largos trayectos de pie en el suburbano. Con una mano sostiene el libro y con la otra te agarras.

Aunque a veces me da cierto placer sadista el llevar un buen volumen de aristas puntiagudas y clavarlas en las espaldas de la gente cuando entra nuevo ganado al vagon.

¡Reclamo mi espacio vital de lector compulsivo!

Isabel Sira dijo...

Me alegro que estés así, y no sé si es la primavera, pero es verdad que este año apetece ser feliz y disfrutar hasta de madrugones.
¡Que te dure mucho!!!!

el paseante dijo...

La rata catalana te avisa (con tiempo) que pronto vas a echar de menos aquella relativa calma de SDV, regresar a casa de madrugada sin pasar hora y media en el metro, estirar los brazos en la cama al despertarte y decir "un poquito más"...

Lo nuevo siempre deslumbra, pero todos sentimos que seguimos enamorados de la novia anterior cuando pasan los días con la nueva.

silvix17 dijo...

Menos mal que siempre tienes el verbo sabio del paseante para decirte las cosas a las claras... ya nos echarás de menos, ya... las putas viejas es lo que tenemos. Que nos hacemos querer.

Anónimo dijo...

otro magnífico post de observación de la rutina y cotidianeidad. Excelente!

y me alegro de que las sensaciones sean buenas, coñe!

Anónimo dijo...

Bien ahí Lalita, así nos gusta que se te vea satisfecha. Yo también he estado escuchando a rufus de camino al trabajo, y adaptándome al horario nuevo y contennnto también.

Un besito.

The Big Kahuna dijo...

¿Hora y media en llegar al trabajo? Joder, si tardas más que yo, y eso que viajo a otra provincia con peaje de autopista y todo. Mi predicción es que al principio leerás mucho, como me pasaba a mí, y que con el tiempo le irás cogiendo el punto a eso de quedarte dormida en alguna postura concreta y leerás menos. Y si duras aún más tiempo, pues entonces ya acabarás teniendo todo tipo de dolores musculares y contracciones por todos esos años de malas posturas, como yo. Aunque bueno, tampoco es lo mismo un autocar que un vagón de metro, claro.

Por cierto, ¿hay algún modo de que no se ponga a cantar el PaloozaHead este cada vez que entro?

Suntzu dijo...

No sé exactamente cuál es tu nuevo trabajo, pero felicidades por volver al mundo de los normales. No estoy de acuerdo con que se eche de menos lo anterior. Yo he dejado trabajos en los que no he vuelto a pensar una vez abandonados.

Disfruta tu nueva vida.

Unknown dijo...

¿Echar de menos un trabajo? Debo haber caído en un universo paralelo.
Bueno, a mí me gusta mi trabajo, pero claro, solo lo hago de lunes a viernes por las mañanitas. Si no, ¿de qué?
A leer de pie se aprende, que horita y media de desplazamiento se puede hacer muy larga. De hecho, es una de las cosas que hecho de menos, porque aunque yo tardo 50 minutos, tengo que ir en coche, lo que me impide hacer nada más que no sea música es tres.
Lo que está claro es que madrugar es una putada se mire como se mire y es que a mí me gusta aprovechar las noches, y en cuanto me dan vacaciones no me acuesto antes de las tres ni por dinero...

UnaExcusa dijo...

Ilse... mona... dime cómo se cuelgan los vídeos, anda, que me estoy volviendo loca...

UnaExcusa dijo...

Niña, que ya lo he descubierto... Que no hay nada como investigar, viva Google.

Anónimo dijo...

Yo tardo unos 50min en llegar al trabajo. Y mi actividad en ese período varía según me da. Una veces lo dedico a ir durmiendome por los rincones del tren y metro despues de haber leído los periódicos gratutitos (el ADN es mi favorito, me encantan las fotos que ponen). Otras veces lo dedico a pensar en mis cosas, a mirar a la gente y a quedarme en la parra, con o sin música (ahora llevo una racha en la que no me apetece escuchar nada) Y otras veces, como ahora, me da por... musica maestro... ¡¡leer!! Terminé Las Partículas Elementales y me dediqué a rastrear los libros de casa en búsqueda y captura de alguno interesante. Ví uno virgen que me regaló mi ex hace 3 años con pinta de chorra "Sí cariño, ahora voy" y como me da mucho coraje tener un libro y no leerlo, pues manos a la obra. Y está resultando ser un coñazo... pretende hacer gracia y a mí no me la hace. Pero me da también mucho coraje no terminar un libro empezado.

¿Sabes lo que hago últimamente? Apuntar en las cosas que tengo que hacer y no hago..... y voy dejando.... y de vez en cuando miro esa lista para recordarme esas cosas que tengo que hacer y no hago.

Joder, vaya charla...