1.3.07

Javi

Hoy es el cumpleaños de Javi. ¿Quién es Javi? No sabría cómo decirlo en una palabra. Javi es alguien muy importante en mi vida. Hoy cumple treinta y cuatro años, y lo hace de manera distinta a otros años: lo hace en Cuba y recién casado. Javi fue mi primer novio, y es muy extraño que tu primer novio se case. Aunque hayas conocido a sus novias (y ahora a su esposa), y haga 15 años que ya no es tu novio.

No sé por qué desde el viernes he vuelto a pensar mucho en él, aunque nunca hayamos perdido el contacto, aunque siga morreándome cada vez que me ve, independiente de quién (novios/amigos/familiares) esté delante, aunque siga llamándome Silvistrix y tratando a mi madre como cuando éramos novios. Aunque nos sigamos queriendo.

Siempre habíamos leído eso de que el primer amor era el más importante, y siempre habíamos pensado que eso era una tontería. Algo de novela romántica, o de historia de cotilleo rosa, como cuando Andie Mac Dowell acabó casándose en segundas nupcias con el novio del instituto. Pero debe ser verdad que el primer novio deja huella. Si lo piensas bien no es tan descabellado. Todos recordamos el primer concierto (mi hermana me llevó a uno de esos de San Isidro en tiempos de la movida, cuando los hacían en el Paseo de Camoens, en el Parque del Oeste. Había tres grupos, pero sólo recuerdo que uno de ellos era Objetivo Birmania), la primera vez que fuimos a un chino (a punto de acabar tercero de BUP, en uno que todavía existe en Doctor Esquerdo. Al día siguiente estaba mareada y con el estómago hecho polvo, pero tuve que ir a hacer un examen de Hogar, esa asignatura estúpida que cogí para no tener que hacer dibujo o informática) o el primer dinero ganado (900 pesetas por enseñar inglés a un alumno que era francamente difícil, pero que siempre aprobó conmigo).

Por eso me acuerdo perfectamente de todo lo que ocurrió aquel primer curso de BUP, y de cómo llegué a enamorarme de Javi, el tío más freak de todo el I.B Felipe II. Pero bueno, yo no soy la única. Estoy segura (porque cada cierto tiempo nos reímos hablando de ello) de que Iván, Ana o Gemma también recuerdan la primera vez que vieron a Javi. Entró en clase con unos pantalones vaqueros cortados por el muslo, con los flecos rozando sus piernas llena de pelos, con una camiseta y, lo que nunca olvidaremos, con una cartera Perona marrón, de las que ya nadie llevaba al instituto porque se suponía que era para niños de E.G.B. Se sentó en primera fila, (puesto que no abandonó creo que de primero a C.O.U) y comenzó a hacer eso que tan mala fama da a un alumno entre sus compañeros: hacer preguntas a los profesores, incluso cuando ya ha sonado la sirena de final de clase. Siguió así dos o tres meses más, y no sólo preguntando, no, me refiero a seguir viniendo con los pantalones cortos, y de aquella no había cambio climático, las calefacciones eran tirando a pobres y hacía un frío de mil demonios.

Sí, fuimos crueles y nos reímos de él. Nos reíamos porque tartamudeaba un poco, porque siempre tenía algo que decir, porque a veces saturaba la paciencia de los profesores con sus preguntas. Nos reíamos de él, pero a él no le importaba. Preguntaba porque era el único (junto con Pablo) que había llegado al instituto siendo una persona independiente, libre, no constreñida por los usos y costumbres de los colegios públicos o por la disciplina de los religiosos. Venía del Siglo XXI, un colegio muy prestigioso que se creó en mi barrio, un colegio cooperativa con principios muy avanzados para la educación de mi época escolar.

Yo le tenía especial inquina. Me molestaba esa constante participación, esa forma de ser, tan desinhibida, esa manera suya de estar siempre feliz, de no cabrearse nunca… y claro, nos molestaba que aprobara, que sacara mejores notas que todos, que pareciera que lo hacía sin esfuerzo, y que encima fuera un curso adelantado.

Pero fueron pasando los meses, y yo ya tenía bastantes preocupaciones con las notas de matemáticas y ciencias naturales como para ocuparme de “El Merino”. Con las notas y sobre todo con las manifestaciones de estudiantes, en aquel año tan recordado en que hicimos sufrir lo suyo a José María Maravall y a Javier Solana. No volví a reparar en él hasta que, no sé si “La Chelo” o “La Harpo”, profesoras de inglés y música respectivamente, nos propusieron crear una obrita de teatro en inglés, que versara sobre Bach y su familia. Cada uno se ofreció voluntario para los papeles, y yo, que siempre fui teatrera y que me encantaba el inglés, me ofrecí a hacer de Anna Magdalena, la segunda esposa de Bach. Javi pidió ser Bach, momento en que yo reaccioné horrorizada. Tras el primer susto, comenzamos a escribir la obra, y a ensayarla.

Yo seguía con los problemas en matemáticas (la profesora no se cortaba un pelo y aunque yo hacía los exámenes enteros, no le temblaba la mano para colocarme un cero si todas las operaciones estaban mal), y Javi se ofreció a ayudarme. Además, era terriblemente solícito y amable, y siempre me acompañaba a casa (creo que lo hizo siempre durante los cinco años y pico que duró nuestra relación), lo que propició que un 14 de Junio de 1987 nos besáramos por primera vez un mediodía cerca de mi casa, después de que Javi me agarrara tras un tropezón mío (mi torpeza es sólo comparable con mi verborrea) con la raíz subterránea de un árbol. Desde aquel día, nos besamos incontables veces apoyados en ese árbol, yo subida a aquella raíz, aupándome para no tropezarme con la narizota de Javi.

Reconozco que el primer día casi llegué horrorizada a casa, y que me daba tanta vergüenza que los compañeros supieran que estaba con el “empollón” de la clase que cada día me prometía que lo dejaría al día siguiente. Al final hicimos la función. No recuerdo qué llevaba él, pero yo llevaba un vestido largo de raso azul marino, que no recuerdo de dónde salió, con un cuello de puntillas que mi madre hizo de ganchillo y que cosió al vestido. El curso terminó, con dos suspensos para mí, uno en Ciencias Naturales y otro en matemáticas (la cabrona de “La faraona” me puso un MD (muy deficiente) sin despeinarse aquel pelo lacado que llevaba), pero con un novio al que empezaba a tomar cariño.

Ese verano fue inolvidable. Tenía novio, los primeros amigos del instituto, y además los hermanos de Javi estaban en un grupo de música pop. Tardes interminables en el auditorio del centro cultural, con aquellos bollos gigantes de la Pastelería Gloria que tanto gustaban a Iván, por más que sabía que no le ayudarían a eliminar el acné. Noches fresquitas en el césped de cerca de casa de Pablo, al lado de la iglesia del “Buen aire”. Conciertos de pop haciendo de groupies de sus hermanos…

Sólo las vacaciones jodieron nuestra felicidad. Yo tenía que irme al pueblo con mis padres, y él con los suyos, que tenían una caravana. El mundo se caía a mi alrededor, y era incapaz de comprender por qué no podía seguir con él. Es esa sensación que tienes a los 17 en la que parece que todo está contra ti y que no puedes hacer nada por remediarlo. Recuerdo ese día como si fuera hoy. Nos levantamos muy pronto (mi padre tenía que salir siempre antes de que hubiera coches), cargamos el R-8 y salimos. Javi me prometió el día anterior que me esperaría por la mañana asomado a la terraza de su casa (que a veces miro desde mi ventana, desde donde veo también la esquina que un rayo le robó al edificio el mismo día que representamos en el instituto La cantante calva, de Eugène Ionesco). No sé cuánto tiempo esperó el pobre, pero cuando pasamos, ahí estaba, en el piso 14, saludando con la mano, que aún seguía agitando cuando, incapaz de doblar más el cuello para ver por el cristal, su imagen desapareció.

Aquel fue un verano lleno de cartas. No había Internet, ni teléfono móvil. En mi pueblo por no haber, no había ni teléfono en las casas, sólo uno común en el bar. Durante más de un mes nos mandamos cartas larguísimas, que abultaban los sobres hasta casi reventarlos. Contándonos lo que hacíamos, recordándonos canciones, y diciéndonos “te quiero”. No sé si Javi conservará mis cartas, seguro que no, porque es un despistado, pero yo sí guardo las suyas. El lunes las cogí de casa de mis padres, todas embutidas en una lata redonda. Se me hizo raro volver a verlas, pero en cuanto abrí la primera me reencontré no sólo con aquel verano, sino con los cinco siguientes, con la letra ladeada de un zurdo despistado, que escribía mujer con g, y que creía (¡qué desastre eras!) que cuando yo le escribía “Besos/azos”, le estaba poniendo “besos y lazos”.

Podría contar tantas cosas de aquellos años… el frío que me hacías pasar cuando llamaba al telefonillo e, invariablemente, decías: “Ya bajo, voy a calzarme” y pasaba más de un cuarto de hora esperándote. La turra que me dabas con Frank Zappa, con King Crimson, con Huey Lewis (¿Sabes que hace meses que he vuelto a escuchar “Doing it all for my baby”?). El día que me engañaste y me dijiste: “Anda, venga, te pongo un temita y nos vamos”, y el “temita” de los cojones era el “Thick as a brick” de Jethro Tull, que duraba 20 minutos. Aprendí muchas cosas en esos cinco años, aunque me costara aprobar las matemáticas y nunca llegara a superar el cabreo y la mala leche que me producían tus despistes.

Recuerdo cuando siempre decías que no te casarías nunca, y cuando yo te contestaba que algún día lo harías, seguro que no conmigo, pero que yo estaría para verlo, para reírme en tu cara y para decirte: “¿Lo ves?”.
Por eso cuando Edu me contó que te casabas me eché a reír, y me faltó tiempo para enviarte un sms que sólo decía: “Jajajajajajajajajajajajajaja”. Te falto tiempo para llamar y decir: “¡Qué cabrona!” Para reírnos juntos y para comprobar que, como siempre, yo tenía razón.

Hace muchos años de aquellos veranos juntos, de aquel viaje a Londres en el que volviste contando esas historias que sólo te pasaban a ti, en el que me trajiste aquel libro maravilloso con todas las canciones de los Beatles. Han pasado muchos años de las carreras por los pasillos entre clase y clase, para besarnos y volver cada uno al aula, de las acampadas que yo tanto odiaba y que en el fondo acabaron por separarnos, han pasado muchos años de aquellos “Te quiero” tan divertidos que dibujabas, en los que cada letra podía ser cualquier cosa.

Han pasado y pasarán muchos más, pero hasta el día que me muera o pierda la memoria, seguiré viendo tu silueta en la ventana, mientras el R-8 cargado iba camino del pueblo. Que seas muy feliz, Javi. En tu cumpleaños, en tu luna de miel y en tu vida. Te quiero.

19 comentarios:

Unknown dijo...

Pero qué preciosura. No sabes cómo te envidio ese don que tienes.

G y L dijo...

Iba a poner un comment, pero casi espero a que estrenen la película a ver si han hecho una buena adaptación del post.

Anónimo dijo...

Qué bien escribe usted, lalita.

Además has puesto la palabra "telefonillo" que me recuerda al testimonio de Tim Burton.

Anónimo dijo...

EXIJO UNA EXPLICACION A LO DE LAS ACAMPADAS!!!

Grande, grande :)

Sonique dijo...

:_)))) Tú no eres consciente de lo que provocas en la gente cuando te leemos... ¡casi se me escapa una lagrimilla en el curro!

Yo sólo espero que chaachi&chaachi crezca lo suficiente como para crear una editorial y sacar el best-seller (por lo menos del metro): "The very best of the Gafapastawannabe".

:* Requetemuas.

Anónimo dijo...

Realmente precioso; me has hecho acordarme de Mónica, la primera, y prácticamente la única novia que he tenido hace ya más de 20 años...

el paseante dijo...

Esta muger cada día escribe mejor.

Leyendo tu post -justo en el fragmento: "hasta el día que me muera o pierda la memoria, seguiré viendo tu silueta en la ventana..."- se me ha metido una mierda de mota de polvo en un ojo que me ha hecho llorar. Me ha recordado mucho el final de "Dublineses", cuando Angelica Houston relata su primer amor de adolescencia ante su marido y en la calle comienza a nevar.

PD: Coño, que ha sido una mota. ¿De qué voy a llorar a estas alturas de mi vida por un texto?

Anónimo dijo...

Directamente desde el recuerdo, este post supone la entrada más fuerte en la lista de los 40Wannabies. Será tres, dos o uno.

Anónimo dijo...

Jooder, Silvia, te has salido.

Qué post!!! pues si, casi lloro, qué pasa!!! porque estoy en el curro pero si no... qué bien escribes, jodía!!!

muchos besos y no dejes este diario!! es y eres genial, de verdad. Qué suerte conocerte y leerte.

N.

jesus (of suburbia) dijo...

Es leer el texto y recordar yo igualmente, aunque no haya puntos en común, debe ser la historia de todas las vidas, las del instituto y los veranos en el pueblo. Genial.

Anita Lorite dijo...

Cabrona... las lágrimas me caen por las mejillas.

Promise.

Anónimo dijo...

Me encanta Sil...yo tb lloro, no iba a ser menos...alguien nos querrá asi a nosotras? a mi?
Mile

Anónimo dijo...

Me dijo ayer Nati "¿Hace mucho que no lees el blog de Silvia?" y si, hacia mucho. "Pues leetelo -me dijo- que a mi me ha hecho hasta llorar de bonito que era". Y me he puesto a leer este post diciendome "Esta Silvia es una blandengue, una Tornatore de la vida y a mi no me la da" Y ahi he estado, leyendo, parrafo a parrafo, sorbiendo cada linea, haciendo mia cada una de las evocaciones, siendo poseido por ese espiritu de la nostalgia. Y he aguantado como un machote, con los ojos a punto de rebosar, con la mirada temblorosa de Candy-Candy, pero he aguantado. Luego he cerrado el Internet y me he dicho "Me voy a casa, con la persona a la que quiero, para que me salude desde la ventana".

Gracias.
Ismael

Anónimo dijo...

Silvita, escribes tan lindo... me he emocionado mucho. Mi ex-ex-ex...novio (el más importante) se casa en abril y he sentido muchas cosas de las que cuentas (pero yo no se explicarlo tan bien).

¡Somos super monas!

Anónimo dijo...

Poco tengo que añadir.Bonito sin ser empalagoso,enternecedor sin ser demasiado personal como para que lo entendamos todos.

En parcas palabras: Estoy llorando como una perraca.

Eres una crack.

beni dijo...

Pues hacía tiempo que no me pasaba por aquí (qué guay esta vida que no nos deja tiempo libre para nada, joder) y sigo sin entenderte. Sigo sin entenderte cuando me dejas ver lo insegura que eres y luego hay subnormales como Ana Rosa Quintana que coge y escribe un libro y todo. Claro que, a alguien que me dice que soy buena persona no le puedo decir nada negativo ;-)

Ya me gustaría a mí poder expresarme como lo haces tú. El día que te des cuenta de la gran capacidad que tienes para tantas cosas dejarás de relacionarte con todos nosotros ;-)))))

Un beso gordo y un abrazo más gordo todavía.

P.D. Y claro que me he emocionado, como todos los demás. Porque las cosas "de verdad" emocionan y bien contadas emocionan todavía más. Y porque el texto da muchas ganas de hacer lo que ha dicho Ismael, ir a por tu novia, que te salude desde la ventana y luego achucharla, darle un beso y decirle un Te quiero inolvidable.

Anónimo dijo...

Caí en su blog mientras estaba repasando el flashback sentimental que estos últimos días hemos tenido todos los zombis. Hasta ahora había cometido el error de no visitarlo. No volverá a suceder. El error, claro. "La terraza de su casa, que a veces miro desde mi ventana, desde donde veo también la esquina que un rayo le robó al edificio el mismo día que representamos en el instituto La cantante calva, de Eugène Ionesco". ¿Sabe usted que esa frase además de tener unos sintagmas impecables, usar la imagen metafórica del rayo de un modo admirable, es en definitiva, GRANDE? ¿Cuándo se decidirá a recopilar los fragmentos de su blog en forma de novela? Quedo a sus pies con toda mi admiración, Baronesa.

OSCAR dijo...

Holita guapa,

Te dejo un comentario para que no digas luego que me saqué la carrera en una tómbola y de paso deciros que este personajillo del mundo os quiere, a Javi y a tí, sin saber muy bien cómo explicarlo.

Te espero un día para cenar en casa.

Besitos
Oscar

Anónimo dijo...

!Ay Silvistrix!

Lo primero de todo: Te quiero. Te quiero muchiiiiisimo.

Te quería haber escrito por tu cumpleaños para decirte principalmente eso: que te quiero y que eres genial, que me siento feliz de que seas mi amiga y que, con todo lo perro que soy, me sigas queriendo tu a mi.

También quería haberte escrito un "te quiero" bien bonito en ASCII, pero ya sabes que no he podido en su momento por que me ha tocado hacer una visitilla al hospital estos días. Lo voy a intentar, aunque no creo que me quede muy allá entre otras cosas por que el primer ordenata que he conseguido es el de casa de mis papis y tiene el teclado escojonao (menos mal que existen los autocorrectores por que si no no tendría ni una sola tilde)... así que ...

Silvistrix...

TTTTTTT EEEEE QQ U U I EEEEE RRR OOO
T E Q Q U U I E R R O O
T EEEE Q Q U U I EEEE RRR O O
T E Q Q U U I E R R O O
T EEEEE QQ Q UUU I EEEEE R R OOO


Aghh, no ha salido. No puedo poner un "pre", pero está claro. ?no?

Me alegra un poquito que esta declaración quede en una esquinita del ciberespacio... ya sabes que yo no me manejo demasiado bien en estos lares, y aparte sabes que lo que quiero es que lo sepas tU y te lo he dicho hoy mismo. Muchas gracias. La verdad es que tenemos una suerte increíble no solo de tenernos nosotros sino de todos los que nos rodean, ya sean montateros, zombies o tantos otros que nos han acompañado - el Osquitar ahí arriba, Nani o Monica hace un ratillo, Juan siempre dispuesto, Ivan y los colegas del insti aunque a algunos no los veamos hace la hostia (Ana, Pablo, Gema...), los que están lejos como el Edu, los que lo han estado como Natalia, los que se arrejuntan o se casan, aunque algunos como Marga sean "fáciles" y a otros no hay quien los vea (algunos en el monte es más fácil como mi cuarteto ERPM, o el Juanra), los que tienen ninyos y ya es imposible verlos (no es el caso de Eva... eh! que nos animamos a un bombardeo)... y por no hablar de nuestras familis... joder... mucha suerte tenemos Silvistrix. Y mucha gente estA ahí o ha estado, y ni he podido mencionarla.

Muchas felicidades Silvia, con retraso en el blog como siempre, sin retraso por una vez por teléfono, y lo que tu sabes que a mi más me gusta, en directo con un beso de verdad.

Creo que no nos podemos quejar.

Te quiero.