11.4.06

¡Soy muy rara!

Pero que muy rara, sí. Lo mismo un día me muero de vergüenza por cualquier cosa, me siento fatal pensando que caigo mal a la gente o cualquiera de mis recurrentes neuras que los que me conocen ya conocen, que de repente me pongo expansiva y me decido a mostrarlo todo.

Como no tengo bastante con este blog, en el que cuento (casi) todo de mí, porque siempre hay que guardarse algún secretillo (eso o no cometer el error de darle la dirección la familia (cof, cof)), ahora me ha dado por abrir un fotolog, que es lo mismo, pero con fotos y menos texto, algo que la mayoría seguro agradecerá. Por si a alguien le interesa:

http://www.fotolog.com/lalita1972/

Que nadie espere fotos guarras, documentos gráficos al estilo Robert Capa o arte en plan Man Ray, porque una no da para más que lo que le pueda ofrecer una modesta Olympus de 5.0 megapíxels sin haberse leído las instrucciones.

10.4.06

Vacaciones

“You can turn this world around
And bring back all of those happy days
Put your troubles downIt's time to celebrate
Let love shineAnd we will find
A way to come together
And make things better
We need a holiday”

Madonna – Holiday

Las vacaciones se han convertido en los días más deseados del año. Más que el día de Reyes, más que la fiesta de Navidad, más que el propio día de tu cumpleaños. El verdadero regalo de la vida es el tiempo libre. Soy una defensora a ultranza del dolce far niente, de vegetar en el sillón, de mirar por la ventana sin pensar en nada. De subirte en el autobús dos horas sólo para ver las calles o para leer tranquilamente un libro. Así que siempre espero con impaciencia ese puente, ese día libre que te deben, ese santo mes de vacaciones, un verdadero premio, algo que debería estar reflejado en la Declaración Universal de derechos humanos.

Por eso cuando me enteré de que iba a tener la Semana Santa entera no podía creérmelo. Después de casi dos años sin vacaciones, tener más de tres días seguidos me parece algo así como morirme e ir al cielo. O bueno, sin ser tan luctuosa, como que me toque la primitiva y lo mande todo a tomar por culo.

He barajado mil posibilidades. Liarme la manta a la cabeza y largarme a NY sola, pagando a plazos el viajecito, claro está. Caminar en solitario por Manhattan, enamorarme de la ciudad y quedarme a vivir allí, donde seguro que acabaría por conseguir el sueño americano y de paso un apartamento de esos que salen en las películas. Irme a Londres sola, que hiciera buen tiempo y descubrir que es allí donde de verdad quiero vivir, en la capital mundial del “moderno”, en la ciudad de los actores. Volver a París, caminar sola por sus calles, respirar la nueva revolución, pedir perdón por haberme equivocado al tratarla siempre de ciudad de cartón-piedra y quedarme allí a vivir. Regresar a Viena, comprobar de nuevo que, pese a las apariencias es una ciudad muy viva, acordarme de _Antes de amanecer_ y empezar a vivir allí. Y así con casi toda Europa. Pero siempre sola.

Al final, me ha podido el miedo. No me gusta estar sola, y menos viajando. No me imagino pasar cinco días hablando sólo con camareros o dependientes de tiendas. Por eso me voy al pueblo de mis padres.

Es un pequeño pueblo de León, muy cerca de Asturias, dentro de un valle y rodeado de montañas de piedra caliza. Cuando llegas allí la vida te cambia. No hay semáforos, no hay torres de pisos, no hay grandes almacenes del triángulo verde, no hay cines, teatros, discotecas, tiendas, Internet (bueno, porque allí no tengo ordenador, claro). Por no haber, no hay casi cobertura. Te bajas del coche y se obra el milagro: De pronto las fosas nasales se abren y te invade un frenesí de olores: humedad, leña quemada, estiércol… El cuerpo responde abriendo los pulmones, y exhalando uno de esos suspiros que relajan como una hora de masaje. Puede parecer mentira, pero juraría que allí el corazón me va más despacio, igual que el tiempo.

Nunca he encontrado allí mis raíces, porque al fin y al cabo no nací allí ni he vivido en el pueblo más de 30 días seguidos, pero puede que si haya una pequeña raíz del árbol de la vida. De mivida. Y aún mejor que yo lo explica Rufus Wainwirght:

You travel the world and you find all the answers
(recorres el mundo y hallas todas las respuestas)
Everything operates on the unattainables
(todo se mueve dentro de lo inalcanzable)
And then you hear your mother laugh attached to the phone
(Y entonces escuchas a tu madre reírse al teléfono)
Could have walked around the block 'cause all roads lead to home
(“podrías haber dado la vuelta a la esquina, porque todos los caminos llevan a casa”)
No creo que sea un buen lugar para vivir (no para mí), pero por unos días es bueno saber que aún hay lugares donde sentarse tranquilamente a ver abrirse el cogollo de una lechuga, moverse las hojas de los chopos a la orilla del río, trepar las ovejas para llegar al prado con mejor pasto. En fin, donde sentarse a ver pasar la vida.

7.4.06

Guardar luto

Vuelvo a esto del blog después de más de un mes sin decir nada. En parte porque supongo que no tenía nada interesante que decir, y en parte porque cuando lo he tenido lo que no tenía era tiempo.

Marzo ha sido un mes raro. Un mes de trabajo intenso, tanto laboral como personal. No sé si el resultado ha sido bueno, pero al menos en el aspecto personal era necesario.

Muchas veces parece que la vida es muy complicada, y otras tantas todo se ve muy claro. Y estas sensaciones oscilan a veces en lapsos de tiempo muy breves. No sé cuánto he tardado, pero al final me he dado cuenta de que, de una forma u otra, me estaba haciendo la vida muy difícil.

No es que no lo supiera, pero sí es cierto que probablemente en el último año me he hecho la tonta a propósito de muchas cosas. En parte porque hacía daño pensarlas, y en parte porque a veces es más cómodo tirar hacia delante que pararte a llorar un poco. Como las mujeres mayores, me he puesto ahora de luto, un luto que pienso guardar hasta que se pase la pena, para volver cuanto antes al color.